miércoles, 17 de marzo de 2010

La Responsabilidad Social Comunicativa: un tema de credibilidad y reputación personal

Desde hace unas décadas, ha ido creciendo una concienciación clara sobre la Responsabilidad Social Corporativa, una demanda de la sociedad para que las empresas no sólo se preocupen de obtener beneficios, sino también del cómo lo hacen, tanto internamente en el desarrollo de su actividad, como externamente, como agente influyente en la sociedad.

Del mismo modo, y en medio de esta vorágine de Internet, información digital y redes sociales, que ha supuesto el surgimiento de nuevos influyentes[1], los profesionales de la comunicación deberíamos hacer un ejercicio de reflexión, recordando el poder de influencia y actuar con responsabilidad: se tiene que notar en el cómo comunicamos. Estas son algunas recomendaciones:

1. Asegurando la veracidad de la información

“El castigo del embustero es no ser creído, aún cuando diga la verdad”, (Aristóteles dixit).

Esto puede parecer algo obvio pero el no mentir es el primer paso hacia la credibilidad. Gracias a Internet, cualquier voz puede ser escuchada haciendo que la verdad salga a la luz. Por eso, seamos los primeros que investiguen, comprueben cifras y palpen, en la medida de lo posible, la realidad sobre lo que estamos informando. Si no estamos seguros de algo, aclararlo. Y ante cualquier errata, rectificar. Esto, además de librarnos de alguna crisis, nos posicionará como fuente fiable, no sólo de cara a nuestros colegas los periodistas, sino de cara a la sociedad.

2. Facilitar la comprensión.

Una forma de hacerlo puede ser apostar por lo audiovisual: los recursos multimedia no se están aprovechando suficiente. Una imagen vale más que mil palabras y por eso, cualquier información acompañada de imagen y sonido será, en general, mejor recibida. Además ahora se dan unas condiciones muy favorables: desde el abaratamiento de las videocámaras, más ligeras y pequeñas, hasta la facilidad para alojarlos en la web a través de páginas como YouTube o Vimeo.

3. Prudencia en Internet.

“Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar” (Hemingway).

Cualquier información publicada en cualquier sitio en Internet es susceptible de ser difundida en tiempo real y en todo el mundo. Muchas veces no somos conscientes de esto, sobre todo a la hora de hacer valoraciones o desahogos personales (pienso sobre todo en Twitter). También ojo a la información que se publica sobre terceros, puede vulnerar el derecho al honor, la intimidad, la propia imagen y también la protección de la juventud y la infancia.

En definitiva, decir “Responsabilidad Social Comunicativa” es recordar la deontología periodística, pero no tanto como deber sino como único camino hacia la credibilidad. La reputación del profesional de la comunicación está en juego.


(Artículo publicado en el Blog de Marketing Digital de Esden)

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